En el experimento participaron investigadores de la 68.ª expedición antártica rusa y colegas de varios institutos del país.
Las condiciones favorables para cultivar plantas en el lugar más frío de la Tierra (según el registro oficial de la Organización Meteorológica Mundial, la Antártida registró -89,2 ºC en 1983)– fueron creadas mediante el uso de un equipo fitotécnico diseñado para el experimento. Las sandías no crecieron en suelo, sino en una fina capa de un sustituto de tierra con una solución de nutrientes bajo una iluminación artificial con un espectro similar al de la luz solar.
Según Andréi Tepliakov, geofísico jefe de la estación Vostok, el peso de las sandías no llega a un kilo, pero su sabor y aroma no son inferiores a las de frutas cultivadas en condiciones naturales.