Regularizar el arribo de la Sputnik V a razón de medio millón cada quince días; sellar la confidencialidad en la cooperación técnico militar y un acuerdo de formación castrense como no existe hasta ahora.
Garantizar la llegada regularizada de las vacunas Sputnik V a razón de medio millón de dosis cada quince días o lo más cerca a ese estimativo que se pueda. Trabajar en la balanza comercial bilateral, hoy limitada. Y avanzar en algunos de los items pendientes de la relación estratégica en el campo de la defensa, como un convenio de formación militar mutuo que hoy se encuentra trabado por cuestiones legales. Tal es la agenda de prioridades que apuntó en su agenda el embajador argentino ante Rusia, Eduardo Zuain, en vísperas de su partida a Moscú.
Desde que fue confirmado por el Presidente Alberto Fernández, Zuain mantuvo contactos con diversos ministros del gabinete, como suelen hacer los representantes diplomáticos antes de partir rumbo a sus destinos. De todos esos encuentros se llevó requerimientos específicos para trabajar una vez que se instale en Moscú en los próximos días. Mientras espera por el vuelo que lo traslade, sigue estudiando los laberintos del Kremlin, que no son fáciles de decodificar, sobre todo para quienes no manejan el idioma local.
En lo inmediato, la prioridad absoluta en la relación bilateral está puesta en el aprovisionamiento de las vacunas contra la Covid-19 y en conseguir que se regularice su arribo al país para finalmente poder acelerar el plan de vacunación. Con tal fin viajó en las últimas semanas la asesora presidencial Cecilia Nicolini a Rusia, ante la falta de un embajador en aquel país desde el regreso del diplomático de carrera, Ricardo Lagorio, y la frustrada nominación de Alicia Castro. Zuain comparte la condición de funcionario del servicio exterior con su antecesor y en él descansará ahora mantener fluido el canal político.
Rusia ya advirtió públicamente que hay una sobredemanda de su vacuna a nivel global. La Argentina forma parte de esos compromisos, con 20 millones de dosis de las cuales solo arribaron poco más de la décima parte. Más allá de la llegada de de un millón de dosis de Sinopharm –que podrían crecer en el futuro– y medio millón de Covishield, el acuerdo con el Fondo de Inversión Ruso y el Instituto Gamaleya sigue constituyendo la columna vertebral del operativo a nivel nacional. La meta del Gobierno es que se mantenga un flujo constante de arribo de vacunas de medio millón cada quince días o tanto como se pueda aproximar a ese promedio.
Sobre el plano militar, también Zuain se lleva una serie de asignaciones estratégicas que depurar. En particular, dos borradores provenientes del Ministerio de Defensa pero en los que la Cancillería ha formulado observaciones para que sigan su curso: un convenio de formación militar y un acuerdo de protección mutua sobre la propiedad intelectual para la cooperación técnico-militar. Sobre ambos temas dialogó ayer con el ministro Agustín Rossi en la sede de su cartera. Para el Gobierno, Rusia es un aliado de gran potencial aunque, remarcan, no es el único con el que se piensa en términos estratégicos.
En lo que refiere al primero de los borradores, guarda relación con el entrenamiento y capacitación de las fuerzas armadas. En la actualidad, existen ya convenios de distinta índole con Rusia en materia militar –entrada y salida de tropas, misiones de paz, observadores, cursos y simuladores– pero ninguno de formación como tal. La Cancillería planteó algunos puntos reclamados por Rusia que presentan fricciones con el ordenamiento interno y que, desde el Gobierno, confían en que una gestión política puede destrabar. Allí es donde entra Zuain.
El segundo acuerdo versa sobre la mutua protección en materia de propiedad intelectual en ocasión de la cooperación técnico-militar entre ambos estados. Sobre este tipo de relacionamiento, ya existe un convenio que data de 2004. De lo que se trata es de darle un marco de confidencialidad a ese intercambio, para preservar la información sensible que surja del relacionamiento bilateral dentro de esa esfera, ,vedado al alcance de terceros. En rigor, se trata de un diálogo que el actual Gobierno heredó de la administración de Juntos por el Cambio..
A mediados de febrero, una delegación de 17 miembros del Servicio Federal de Cooperación Técnico Militar de Rusia, una agencia que se dedica a la producción de la defensa y la exportación, visitó Buenos Aires. Encabezada por el número dos del organismo, Anatoly Punchuk, su fin era relanzar la denominada VII Comisión Intergubernamental para la Cooperación Técnico – Militar República Argentina – Federación Rusa cuyo último encuentro había sido en 2017.
Desde el ministerio que comanda Rossi, se exhibió a los rusos las potencialidades argentinas a lo largo de una serie de mesas técnicas que versaron sobre equipos aeronáuticos, de desplazamiento terrestre, armamento liviano y una instancia de diálogo respecto a proyectos de cooperación de las fuerzas, desde la capacitación hasta potenciales operaciones en la Antártida. Sobre este último tema hay un interés estratégico de Rusia por el desarrollo de la industria naval argentina con proyección hacia el Sur, tal como lo manifestó la delegación, en aquel momento, al visitar los Astilleros Tandanor.
Otro aspecto en el que ya existe cooperación militar a partir de recursos adquiridos en Rusia es en los dos helicópteros Mi-17. Ambos requieren mantenimiento en sus motores y estructuras. De lo segundo se ocupa la Argentina mientras que los motores deben ser puestos a punto en su lugar de origen. Uno de ellos, ya se encuentra en los talleres rusos y el deseo del Gobierno es que se concrete una transferencia de tecnología – bajo el nuevo esquema de desarrollo conjunto que establece el Fondo Nacional de la Defensa argentino (Fondef)– para que el segundo pueda ser acondicionado con know how argentino.
Para ello, como para la consolidación de otros posibles joint ventures, Zuain tendrá una intensa labor por delante, mientras allana Moscú para la posible visita de Fernández al Kremlin.