A lo largo del juicio se ha ido desgranado la extrema violencia sufrida por Valérie Bacot y el miedo que tenía a que esa violencia se perpetuara contra su hija.
Este viernes el fiscal ha pedido la libertad para Valérie Bacot, la mujer francesa que mató a su marido, Daniel Polette, de un disparo en el cuello en 2016, después de sufrir abusos durante 24 años que comenzaron cuando todavía era una niña.
“Valérie Bacot pudo quitarle la vida a quien la aterrorizó”, afirmó el abogado general Eric Jallet, pero sostuvo ante el Juzgado de lo Penal de Saona y Loira, en el último día del juicio, que era necesario solucionar el caso sin volverla a encarcelar.
Bajo esa premisa, el fiscal solicitó cinco años de prisión, cuatro de ellos suspendidos, lo que se traduciría en la liberación de Valérie Bacot, teniendo en cuenta el año que ya cumplió en prisión preventiva –de octubre de 2017 a octubre de 2018– tras la detención por el asesinato de su esposo.
“Un Tribunal de lo Penal es la afirmación de los valores de la civilización que son ante todo para proteger la vida. Una sociedad que se hace justicia a sí misma es una guerra contra sí misma”, dijo Jallet. Sin embargo, añadió que “un nuevo encarcelamiento no aportará a nadie más protección: el peligro criminológico es muy bajo”.
Casi 25 años de violencia extrema
A lo largo del juicio se ha ido desgranado la extrema violencia sufrida por Bacot durante casi 25 años y el miedo que tenía a que esa violencia se perpetuara contra su hija, Karline, que tenía 14 años en el momento del crimen.
La acusada describió cómo su marido, 25 años mayor que ella, la había amenazado en varias ocasiones con un arma, asegurándole que “la próxima vez no se contendría”; cómo la había obligado a prostituirse durante 14 años en la parte posterior de la furgoneta familiar; y cómo la había violado y maltratado durante todos esos años.
Los abusos comenzaron cuando Bacot tenía 12 años y Polette era la pareja de su madre. El hombre llegó a cumplir prisión por una violación a la hoy enjuiciada tras la denuncia de un allegado, pero tras su salida de la cárcel volvió a la casa familiar y los abusos continuaron. A los 17 años Bacot se quedó embarazada y su madre la echó de casa.
En ese momento, la ahora acusada tomó la decisión de irse a vivir con su agresor, al encontrarse sola, aislada y tener la necesidad de ofrecer un padre a su hijo. Posteriormente se casarían y tendrían otros tres hijos en común.
En marzo de 2016, Bacot mató Polette de un disparo, escondió su cadáver enterrándolo en el bosque y denunció su desaparición, hasta que meses después el cuerpo fue encontrado por la Policía. Los dos hijos mayores de Bacot, de 16 y 17 años, y el novio de su hija, también de 16 años, fueron condenados en 2020 a una pena de prisión condicional de seis meses por ayudar a ocultar el cadáver y encubrir el delito.
Más de 710.000 personas han firmado una petición pidiendo su liberación después de que el caso haya impulsado el debate público en Francia sobre la violencia de género.
Además, ha devuelto a la actualidad el caso de Jacqueline Sauvage, que se convirtió en símbolo de la violencia machista en la sociedad francesa. Sauvage mató a su marido después de 47 años de matrimonio y malos tratos y fue condenada a 10 años de prisión, pero le fue concedido el indulto por el Gobierno francés en 2016.