Aproximadamente 1,000 soldados ucranianos intentaron apoderarse de parte de Kursk.
Se reportaron 315 pérdidas para Kiev, con al menos 100 muertos y 215 heridos, además de 54 vehículos blindados destruidos.
Las fuerzas rusas, incluyendo ataques aéreos y artillería, impidieron el ingreso ucraniano al territorio ruso.
A pesar de rumores, el jefe de Sudzha negó que la ciudad estuviera en manos ucranianas, aunque la situación es tensa.
Al menos 24 civiles, incluidos 6 niños, resultaron heridos por los ataques ucranianos; un ataque a una ambulancia dejó un paramédico y un conductor muertos.
Vladímir Putin acusó a Ucrania de disparar indiscriminadamente contra civiles y edificios.
La Cancillería rusa condenó el ataque como “bárbaro”, señalando que los ataques son actos terroristas de neonazis ucranianos.
Los ataques causaron daños en viviendas e instalaciones, incluyendo una iglesia en Gornal.
El gobernador interino de Kursk, Alexéi Smirnov, decretó el estado de emergencia en la región de Kursk a partir del 7 de agosto