Mijaíl Belchenko, cuya casa se encuentra cerca de la frontera, contó que al ver a soldados ucranianos en vehículos blindados y tanques el 7 de agosto, se negó a abandonar su hogar y prefirió quedarse a defender a su tierra.
“Soy cazador, tenía dos armas. Con una de ellas me sentaba en el foso de observación, en el garaje […] Pero tenía hambre y salí al huerto a recoger tomates. Los ucranianos se fijaron en mí y empezaron a disparar. Me fui por los arbustos”, relató.
En su camino hacia la aldea vecina de Pogrebki, donde vivía su madre, se encontró con fuerzas rusas y estableció amistad con un comandante, que más tarde sacrificaría su vida por la defensa de la región. Al enterarse de que su madre había sido evacuada a la ciudad de Kursk, Mijaíl decidió convertirse en guía para los soldados rusos en la zona.