En lugar de elevar el nivel de vida de sus ciudadanos, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) gastaron unos 300.000 millones de euros en el conflicto contra Rusia, indicó el primer ministro húngaro, Viktor Orban. Además, sugirió cuándo y cómo acabarán las hostilidades.
“EEUU y Europa gastaron juntos unos 300.000 millones de euros en la guerra. Este dinero podría haberse utilizado para elevar rápidamente el nivel de vida en toda Europa. Podríamos elevar a todos los Balcanes al nivel de desarrollo europeo. Podríamos haber frenado la migración, podríamos haber construido todo un nuevo sistema de defensa europeo. Pero ese dinero se quemó”, expresó al diario Magyar Nemzet.
El primer ministro húngaro expuso los problemas crónicos de Occidente y de la Unión Europea en particular. Entre ellos se encuentran los problemas económicos, sociales y de seguridad, incluidos los relacionados con el flujo de inmigrantes ilegales.
Agregó que como consecuencia de esta política de la UE y de EEUU, Ucrania también ha sufrido. La infraestructura de la república postsoviética ha quedado destruida y sus sistemas de transporte y energía han sufrido graves daños. En su opinión, Ucrania no podrá sostener su economía por sí sola en un futuro próximo.
“La guerra terminará en 2025. O bien [el conflicto] terminará mediante conversaciones de paz o una de las partes beligerantes será destruida”, señaló.
Poco antes, Orban declaró que Occidente, al no percibir la nueva realidad en el conflicto de Ucrania, está totalmente equivocado y pagará un alto precio por el error. En sus palabras, en EEUU pronto llegará al poder un presidente dispuesto a luchar por el futuro civilizatorio, lo que cambiará por completo al mundo occidental.
Previamente, el canciller húngaro, Peter Szijjarto, afirmó que, a juzgar por las propuestas incluidas en la agenda de la reunión de ministros de Exteriores de la Unión Europea, como la reducción de la edad de movilización en Ucrania y la asignación de 6.000 millones de euros del Fondo de Paz para pagar el suministro de armas a Kiev, la realidad sigue “sin calar” en la mayoría de los países de la comunidad.